Mi camino hacia el vegetarianismo
octubre 22, 2021 1:37 pmDecidí ser vegetariana durante mi formación como profesora de Kundalini Yoga. Había experimentado varias cuarentenas sin carne y me gustaba mucho lo que encontraba pero sentía pánico de dejarla definitivamente por las implicaciones que tendría en mis relaciones. Mi compañero de vida literalmente vive de la carne molida, ama cocinarla de todas las formas y la convirtió en su proyecto y su quehacer.
También temía mucho el aislamiento. Yo misma antes de ser vegetariana me sentía incomoda cuando invitábamos vegetarianos a casa, me parecía que cortaban un poco el flujo de las reuniones. Otra comida, otros tiempos…otro parche.
Una semilla profunda en el inconsciente
Creo que la inquietud sobre ser vegetariana estaba sembrada en mi mucho antes de que yo me diera cuenta. Recuerdo cuando tenia unos 6 o 7 años que le pedí a mi mamá que no me sirviera más carne… esto en la Bucaramanga de principios de los 80, significó pollo sudado todos los días hasta que me rendí… el resultado fue que no volvi a comer pollo sudado en mi vida y que mi anhelo por una alimentación diferente quedara silenciado unos buenos años.
Mi mamá siempre nos contó que su papá jamás la dejo entrar a la cocina porque soñaba con que sus hijas fueran profesionales e independientes y quería mantenerlas lo mas alejadas de las tareas de la casa que pudiera. Este era un mensaje muy poderoso para una mujer creciendo en un pequeño pueblito en el Tolima de los 50´s… pero entonces ese ámbito sanador femenino unido a las plantas y a la nutrición no fue algo que viniera en mi linaje. El alimento en mi casa de niña… era un asunto práctico de supervivencia y no un sustento poderoso de vitalidad, creatividad y amor.
Descubrir la cocina como espacio de sanación
Empecé a cocinar y llevar mi mirada al alimento a mis 22 años al tiempo que hacía mi entrenamiento como terapeuta a través de las artes expresivas y el movimiento. Toda esta experiencia terapéutica se trató acerca de encontrar la ruta para aterrizar en mi cuerpo, de desplazar la experiencia de trauma en mi en mis células, y dejar entrar el gozo y la confianza en mis sentidos. Al tiempo que aprendía a habitarme, la cocina hizo su llamado. Sin hacerlo de manera consciente, cocinar comenzó a sanarme, me dio un vehiculo para celebrar mi cuerpo y la vida vibrando en mi… y muy despacito mi cuerpo me iba pidiendo cambios.
En este tiempo me encontré con un libro de neuropsicología que se llama “A Theory of Love”, todo el prólogo de éste libro trata sobre el cerebro y el sistema nervioso. Y allí leí algo que me impactó: todos los mamíferos además del cerebro reptil/amidala (supervivencia), tienen cerebro limbal (emociones) y también un pequeño cerebro neo cortical (interpretación de esas emociones). Es por esto que perros y gatos pueden identificar cuando estamos tristes y vienen a consolarlos y a acompañarnos… porque tienen emociones y pueden interpretarlas.
… y el despertar de la Madre Interior
Cuando fui mamá -como casi todas las mamás- quise hacer las cosas diferente y la alimentación se sembró en el centro de mi maternidad. Quería darle a mis hijos lo mas bello y lo mas vivo y fue allí donde comencé a estudiar sobre la alimentación como una botica poderosa para el cuerpo y la mente. La madre interior se despertó… pero lo que fue sorprendente es que si bien se abrió paso a través de mis hijos, la que mas necesitaba esa madre era yo misma. Mis hijos abrieron la última puerta de sanación de orfandad: siendo mamá para ellos descrubrí que podía ser mamá para mi misma… y eso hice.
La última estocada
El yoga llegó a mi vida y la semilla del vegetarianismo encontró pura tierra fértil… mi mente estaba lista y creo que mi cuerpo también… pero seguía el miedo en el corazón de sentirme aislada, y ¿por que no?, abandonada.
Y aquí otro librito me dio la estocada final: R A B I A de Tich Nhat Hanh. La Rabia es la enfermedad emocional de mi linaje y en este librito este maestro budista cada tercer línea repetía, si comes sufrimiento eres sufrimiento, si comes rabia eres rabia. En mi proceso de sanación había intentato TODAS las terapias: desde el psicoanálisis hasta el yajé, pasando por cristales, danza y gritos primales. Pense que no tenía nada que perder y que era lo único que me faltaba explorar para contener mi corazón.
Lo que pasó fue inesperado… me sentí llena de energía y de vida… llena de inspiración y alegría. Mi cocina explotó en creatividad y me encontré comiendo como una diosa. Después de un tiempo comencé a inspirar muchas cocinas y a enseñar alimentación consciente vegetariana. Todo lo sutil se hizo presente y me conecté con los animales, las plantas y la naturaleza de una manera que nunca esperé… además de aterrizar en mi cuerpo, el vegetarianismo me enseño a aterrizar también en el cuerpo de la Tierra.
La vida después del salto
Mi marido y amigos siguen carnívoros a morir, pero cocinar delicias vegetarianas para ellos se ha convertido en un espacio muy bello para nutrir mis relaciones y dejar que el amor lo coloree todo.
Cocinar y comer con atención plena, alimentarme de los colores y los aromas, de las texturas y de la historia de como llego cada alimento hasta mi, cambia la trama, cambia mi forma de caminar esta Tierra… el alimento me sana y con mi conciencia yo sano la Tierra.
Etiquetas: nutrición, sanacion, vegetarianismo
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Esta entrada fue escrita porDiana